LA MIRADA DE EDITH


 

«Había salido el sol sobre la tierra cuando llegó Lot a Sóar. Entonces Yahveh hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego desde los cielos, y destruyó estas ciudades y toda la llanura, con todos los habitantes de las ciudades y las plantas del suelo. La mujer de Lot miró atrás y se convirtió en estatua de sal»

                                                                                               (Génesis 19: 23-29)

 

   La mujer de Lot, de nombre Edith, miró hacia atrás infringiendo el mandato de Yahveh, y este la convirtió en una columna de sal. ¿Fue tanta la curiosidad de Edith que le llevó a mirar hacia atrás en medio de esa tormenta de fuego y azufre poniendo en peligro su vida?  ¿O ese impulso tiene otra causa? En la tradición cristiana, la mirada de Edith se ha considerado el polo opuesto de la actitud de San Pablo. Si la primera se vuelve hacia el pasado, la del segundo se dirige al futuro. San Pablo abandona y olvida todo para seguir hacia delante, mientras Edith se queda prendida con su mirada a la tierra que abandona. Edith mira atrás para grabar en sus ojos lo que ha dejado allí, lo que fue y ya no será más. Y, por intentar mantener ese nexo con el pasado, Yahveh la convierte en una estatua de sal.


   El relato de la mujer de Lot es muy sugestivo. Como muchas otras historias bíblicas ha generado innumerables interpretaciones, representaciones y creaciones artísticas. Puedo imaginar perfectamente ese impulso que llevó a Edith a echar la mirada atrás, y entiendo que fuera más fuerte que lo que estaba en juego, que venciera incluso la magnitud del castigo: el drama de pasar de estar viva, andar, huir, mirar a convertirse en una estatua, fría y sin vida.


   La historia de Edith no es, ni mucho menos, el único ejemplo de petrificación de un ser vivo en la historia de nuestra civilización. Al margen de la tradición hebrea, encontramos muchos otros mitos en los que aparece esta transformación de un ser animado en inanimado. Basta recordar en la cultura griega la figura de Medusa y su capacidad de petrificar con su mirada a sus enemigos.