Eduardo Momeñe es muy consciente de que la melancolía y la fotografía están íntimamente unidas. Cuando leo el diario de Jones me doy cuenta de que sus andanzas ya pasadas junto con su maestro Burton están impregnadas de melancolía. Pero, además, la melancolía circunda todas sus fotografías. Aunque la mujer de rojo con su mirada pensativa y su actitud vacilante no se lleva la mano a la mejilla como la Melancolía de Durero, su gravedad me da a entender que es consciente de su vulnerabilidad. Y qué decir de su modelo en ropa interior con su aspecto desafiante, pero también, frágil: todos sabemos que su aparente solidez se puede disipar a la menor resistencia. Las figuras que nos dan la espalda son todas ellas figuras melancólicas como el caminante de Friedrich ante la inmensidad del espacio: se saben débiles y finitas.
Roland Barthes definió a los fotógrafos como «agentes de la muerte»[26], pues dejan constancia de lo que ha sido y ya no es. Eduardo Momeñe no solo no se separa ni un milímetro de este programa, sino que además le rinde homenaje. Sus numerosas fotografías de personas en acción de fotografiar o haciendo un selfi o simplemente con una cámara entre sus manos me lleva a pensar que este fotógrafo no solo nos habla con la fotografía sino también de la fotografía. La fotografía es el sujeto y el objeto de su discurso .
Estas tomas son fotografías que captan el momento en que el fotógrafo está captando, como decía Barthes, eso que fue y ya no es. Pero si la primera captura ha sido borrada por el tiempo, la segunda también, pues el acto de fotografiar al fotógrafo ya solo ha quedado como vestigio. El círculo se cierra, y otra vez nos hallamos en la mise en abyme de Gérôme y de De Andrea, en las muñecas rusas en las que cada una de las tomas oculta otra toma.
Al contemplar estas fotografías no puedo por menos de preguntarme por el objeto, persona o paisaje que el fotógrafo enfoca. ¿Quién está ahí? ¿Qué es lo que parece tan interesante al fotógrafo? ¿es tan bello el paisaje? ¿Y si es a mí a quien mira la cámara? Quizá sea esa la respuesta. Igual que en las Meninas de Velázquez mi mirada y la de cualquier espectador forman parte de la compleja representación que ha orquestado el artista, en estas fotografías yo también formo parte de la representación: mi mirada, o la de usted, lector, que mira la fotografía, constituye la tercera toma que encierran estas muñecas rusas. Una mirada que se sabe efímera y fugaz, e inevitablemente pretérita, como la mirada de Edith.
Charo Crego
Bruselas, julio 2020
_______________________________________________________________
[1] Breton, A., Nadja, Gallimard, París, 1964, p. 152
[2] Stoichita, V., Simulacros. El efecto Pigmalión: de Ovidio a Hitchcock, Siruela, Madrid, 2006, p. 35.
[3] Sobre el color en la escultura se puede consultar The Colour of Sculpture. 1840-1910, Van Gogh Museum, Amsterdam, 1996.
[4] Idem, p. 245.
[5] Benjamin, W., Paris, capitale du XIX siècle, Éditions du Cerf, París, 1989, p. 73.
[6] Druick, D. «La petite danseuse et les criminels: Degas moraliste», en Degas inédit, La Documentation française, París, 1989, p. 230.
[7] Crítica de Paul Mantz publicada en abril de 1881, citada en Idem, p. 226.
[8] J. Clair considera que Degas fue de los primeros en apreciar la capacidad de la antropología para llenar el vacío dejado por el derrumbe de los cánones clásicos. Véase L’an 1895. L’Échoppe, París, 2004, p. 27.
[9] M. Kelley, op. cit., p. 23.
[10] Véase V. Stoichita, op. cit, p. 12.
[11] K. Hartley, «The Human Figure in Duane Hanson’s Art», in Duane Hanson. More than Reality, Hatje Cantz, Osfildern-Ruit, 2001, p. 81.
[12] Buchsteiner, T., «Art is life and life is realistic» in Duane Hanson. More than Reality, Hatje Cantz, Osfildern-Ruit, 2001, p. 76,
[13] Breyhan, Ch. «How to look at…», in Duane Hanson. More than Reality, Hatje Cantz, Osfildern-Ruit, 2001, p.91.
[14] R. Rosenblum, «Ron Mueck: corps et âmes», en Ron Mueck, Fondation Cartier pour l’art contemporain, París, 2005, p. 46.
[15] Idem, p. 50.
[16] Idem, p. 68.
[17] J. Deitsch, Post Human, FAE Musée d’Art Contemporain, Pully/Lausana, 1992.
[18] Jones, W.G Las fotografías de Burton Norton, Afterphoto, Madrid, 2015, p.118. Este libro de ficción cuenta los viajes del fotógrafo Burton Norton de la pluma de su aprendiz, W.G. Jones. Son viajes en los que recorren Europa impulsados por el afán de fotografiar paisajes, ruinas, monumentos y otros lugares emblemáticos. Es el Bildungsroman del joven Jones, pero no solo cuenta el paso a su edad adulta, sino también su aprendizaje fotográfico. Es un libro ingenioso, exuberante e inclasificable de formación fotográfica que debemos a la pluma, escondida bajo la persona de Jones, de Eduardo Momeñe.
[19] Idem. P. 415.
[20] Momeñe, E., Die Welt ist schön, La Fábrica, Madrid, 2017.
[21] Jones, W.G Las fotografías de Burton Norton, Afterphoto, Madrid, 2015, p. 94.
[22] Stoichita, V., Simulacros. El efecto Pigmalión: de Ovidio a Hitchcock, Siruela, Madrid, 2006, p. 100.
[23] Jones, W.G Las fotografías de Burton Norton, Afterphoto, Madrid, 2015, p.120.
[24] Barthes, R., La chambre claire, Seuil, París, 1995, p. 1166.
[25] Momeñe, E., Die Welt ist schön, La Fábrica, Madrid, 2017.
[26] Barthes, R., La chambre claire, Seuil, París, 1995, p. 1173.